La respiración bucal se refiere al hábito de respirar, predominantemente, por la boca en lugar de hacerlo por la nariz. Es una adaptación patológica a una respiración nasal no lograda. Este patrón puede estar originado por diversas causas y acarrear consecuencias significativas en la salud general y el desarrollo, especialmente en niños.
Algunas causas comunes:
Alergias e infecciones respiratorias: La rinitis, sinusitis o reacciones alérgicas, sean momentáneas o crónicas, pueden generar congestión nasal, forzando al niño a respirar por la boca. La mayor causa de respiración bucal es la obstrucción nasal provocada por alergia.
Hipertrofia de conchas nasales, amígdalas o adenoides: el aumento de tamaño de estas
estructuras puede contribuir a este patrón respiratorio.
Desviación del tabique nasal: Una desviación o malformación del tabique puede reducir la
permeabilidad nasal.
Factores habituales o conductuales: en algunos casos, el hábito de respirar por la boca se
instala incluso sin una obstrucción evidente, pudiendo perpetuarse con el tiempo.
Algunas consecuencias:
Posibles dificultades en la concentración y el rendimiento escolar: el respirar por la boca
afecta directamente la oxigenación cerebral, lo cual se traduce en un sueño no reparador y una
deuda de que puede repercutir en el neurodesarrollo del niño, su capacidad de atención y
rendimiento académico.
Hiperactividad: la falta de sueño reparador y descanso puede generar hiperactividad en niños
respiradores orales, lo cual es un síntoma que puede confundirse con trastorno por déficit
atencional e hiperactividad.
Dificultades para masticar y tragar: niños que respiran por la boca tienen una masticación poco
eficiente que los hará preferir comidas de consistencia blanda (arroz, pasta) y evitar aquellas más
duras (verduras crudas, carnes).
Disminución del apetito y selectividad alimentaria: el respirar por la boca supone mucho
esfuerzo a la hora de alimentarse (deben masticar, respirar y tragar, todo por el mismo lugar), lo
cual puede generar una disminución en el apetito. Además, la respiración bucal disminuye la
percepción de sabores, generando que los niños prefieran sabores más fuertes y estimulantes
(¡como el dulce!) y favoreciendo la instalación de selectividad alimentaria.
Problemas en el crecimiento y desarrollo orofacial y malas mordidas: el cuadro de respirar por
la boca es capaz de modificar la dirección de crecimiento de la cara, haciéndola cambiar de forma,
alterando la armonía facial y, generando también, maloclusiones dentarias.
Mayor riesgo de caries dental y halitosis: al respirar por la boca se reduce la humidificación
natural que brinda la saliva, lo que puede derivar en sequedad bucal, mayor susceptibilidad a
caries y mal aliento.
Otras: apneas, dificultades para dormir, sueño agitado, dificultades para despertar en la
mañana, irritabilidad, dolores de cabeza en la primera parte del día, infecciones de vías
aéreas frecuentes, menor crecimiento, desgaste dental erosivo.
Conclusión y recomendaciones:
Es fundamental identificar y tratar la respiración bucal lo antes posible. Si se sospecha que un niño
o adulto presenta este hábito, se recomienda:
Evaluación médica: Consultar a un especialista (otorrinolaringólogo o pediatra) para identificar
posibles obstrucciones o condiciones subyacentes que hayan derivado en una respiración bucal.
Intervención temprana transdisciplinaria: El tratamiento de las causas y consecuencias de la
respiración oral deben ser abordadas en conjunto con distintas especialidades que tengan como
foco la recuperación de la respiración nasal, correcto neurodesarrollo y el bienestar del paciente.
Otorrinolaringología, odontopediatría, ortodoncia y fonoaudiología son algunas de las disciplinas
claves involucradas en este proceso.
Abordar este problema no solo mejora la salud respiratoria, sino que también favorece el
neurodesarrollo y la calidad de vida a largo plazo.
En la clínica Diente de Leche estamos capacitados para abordar y hacernos cargo de las
necesidades de cada niño y niña. ¡Te esperamos!